miércoles, 29 de enero de 2014

Shhh... silencio.

Siempre pensé que la palabra, en cualquiera de sus formas, era un arma poderosa.
¿Cómo borrar su efecto en una persona? 

"La palabra hiere, sana, acompaña, mata y salva" solía creer. Jamás pensé cuanto más poderoso era en realidad su némesis.

El silencio. El vacío. La omisión. ¿Cómo reaccionar ante él? ¿Cómo recuperar esa única oportunidad de decir algo cuando el momento ya pasó?

El silencio de uno lo llena el otro,  con sus propios ruidos, con sus propias palabras. A veces con lágrimas, a veces con gritos, otras con palabras pacíficas,  pero siempre de algún modo lo completa.

El problema del silencio es que dice más de uno de lo que hacen las palabras y que el otro siempre oye lo que quiere oír.

Por eso, tené cuidado, estás silenciando demasiado.


domingo, 26 de enero de 2014

(D)escribirse

¡Qué difícil es describirse cuando uno está en constante cambio!

(d)Escribirse es, de algún extraño modo, congelarse en un momento que uno no siempre quiere recordar.
Me creía fuerte, irrompible, madura. Creía que la vida ya me había golpeado mucho en pocos años y que ya nada iba a ponerme de rodillas. Creía.

Es difícil mirar al mundo sonriendo cuando tu adentro se derrumba, más no es imposible. Es, en todo caso, una cuestión de actitud y de como decide cada uno enfrentar lo que le pasa y de lo cual varía mucho la resolución de todo.

Aprendí que ser fuerte no es sinónimo de ser irrompible, sino de saber sujetar en su lugar todos nuestros pedazos. Entendí que ser fuerte no es evitar las lágrimas sino saber con quien compartirlas y que las tristezas como vienen se van.

Uno elige a donde va, como va y con quien va. Indistintamente de los golpes que reciba es uno quien elige mantenerse, o no, en el camino.

Costó pero aprendí. El otro nunca decide por uno, te condiciona, pero no te define.

Hoy, después de meses, elegí definirme un poco, con la lección aprendida, con el alma tranquila.