miércoles, 29 de enero de 2014

Shhh... silencio.

Siempre pensé que la palabra, en cualquiera de sus formas, era un arma poderosa.
¿Cómo borrar su efecto en una persona? 

"La palabra hiere, sana, acompaña, mata y salva" solía creer. Jamás pensé cuanto más poderoso era en realidad su némesis.

El silencio. El vacío. La omisión. ¿Cómo reaccionar ante él? ¿Cómo recuperar esa única oportunidad de decir algo cuando el momento ya pasó?

El silencio de uno lo llena el otro,  con sus propios ruidos, con sus propias palabras. A veces con lágrimas, a veces con gritos, otras con palabras pacíficas,  pero siempre de algún modo lo completa.

El problema del silencio es que dice más de uno de lo que hacen las palabras y que el otro siempre oye lo que quiere oír.

Por eso, tené cuidado, estás silenciando demasiado.


No hay comentarios:

Publicar un comentario