martes, 22 de octubre de 2013

Era, eran, eras

Era tu boca quien vivía de mis besos,
Eran tus ojos mis caleidoscopios,
Eran tus manos las conquistadoras de mi cuerpo,
Era tu cuello mi confesionario,
Eran tus brazos mi guarida,
Era a vos a quien yo amaba. 

¡Era, eran y mil veces eras!

Es tu boca quien cata mis lágrimas,
Son tus ojos los que me miran con desprecio,
Son tus manos quien hoy me rechazan,
Es tu cuello quien ante mi voltea,
Son tus brazos quienes me alejan,
Es a vos a quien aún hoy amo. 

Preguntas.

¿Quién?
Soy en la palabra, tal vez palabrerío.
Entre letras puedo ser quien quiera.
Nadie, todas, esa, esta soy.

¿Cómo?
Escribir me relata, me delata.
Suelo escribirme y que sean las letras quienes hablen, lloren, rían, griten, mientan y se confiesen por mí.

¿Dónde?
Acá estoy, escondida tras cien textos y a la vez desnuda en cada verso.

¿Cuánto?
Valgo por mi palabra, mi palabra vale por mí.

¿Por qué?
A algunos las palabras los atan, a otros los liberan, a unos cuantos nos alimentan.

¿Qué?
Palabra. 

lunes, 21 de octubre de 2013

Mi primera vez.

Una mujer respetuosa me recorrió con sus manos suaves, no me importó.

Gritos por todos lados, cierro los ojos e intento abstraerme, viajar a otro lado. No era como me había imaginado.

Hacía calor, la masa se empezó a mover. Mi cuerpo los siguió, despacio al principio, frenético e incontrolable después.

Los sentía contra mí, era consciente de mi transpiración, de la ajena, de la piel, del roce. Solo había que dejarse llevar.

Un grito agudo rompió el monótono compás que llevábamos, a ese se unieron otros todas desconocidas, a él le presté mi voz. 

Sentí mi cintura presa de un abrazo extraño, tenía el cuerpo cansado, la garganta seca, pero el espíritu vivo, seguí vibrando.

"Vamos rubia, esto está bueno y te aseguro que se va a poner mejor" me dijo alguien a desconocido al oído. Sentí su corazón acelerarse contra el mío. Esta vez había estado atenta a todos los movimientos, ya sabía que esperar, gritó y lo acompañe desde el principio hasta que se desgarraron nuestras voces.

Lo solté y lo miré por primera vez reconociendo a esa persona que tan bien se había amoldado a mí. 

"Agua, necesito agua" grité, sin eso no podía seguir y una lluvia cumplió mi capricho.

Con esta renovada frescura el grupo empezó a agitarse de nuevo. Gritos, murmullos, palabras de amor, promesas vacías. 

Pasaba yo de brazo en brazo, no me importaba, ya me sentía cómoda con la situación, tranquila. Estaba poseída, me desconocía a mi misma, despojada de vergüenzas y pudores.

"Se viene, se viene" me avisó el hombre, yo sentía lo mismo. El clímax estaba cerca.

"Ahí llega, ahí llega" me dijo sin aflojar el abrazo.

Hechos uno gritamos, emocionados los dos, liberados al fin.

"GOOOOOOOOOOOOOOOL, GOOOOOOOOOOOOOOOL" rugió la cancha.


martes, 15 de octubre de 2013

Cuesta arriba

Siempre pensé que la vida era un camino largo con un único destino. Siempre sabemos a donde vamos, pero no está definido el como, el con quien y el por donde. Nacemos para morir, eso está claro.

Al principio no entendía porque en el camino encontraba tanto baches, tantas piedras, porque mis pies se llenaban de callos y porque el polvo hacía llorar mis ojos.

Se presentaban en mi camino mi camino mil escollos, mil dolores, que me enseñaban pequeñas cosas con las cuales mi mochila se volvía más pesada y mi andar más lento.

¿Por qué me pasa esto a mí? ¿Por qué ahora? ¿Por qué? Me lo pregunté mil veces, distintas maneras y en diferentes oportunidades.

El tiempo y el caminar me develaron la respuesta, mi ruta se volvió una subida, debí marchar cuesta arriba y en más de una oportunidad caí pero llevaba yo conmigo todas las herramientas para salir del aprieto y superar ese obstáculo.

La vida nos enseña, nos pone a prueba una, y nos premia en consecuencia a nuestro actuar y a nuestro reaccionar. Nunca nos exige más allá de nuestras fuerzas pero siempre nos lleva al límite, nos muestra a nosotros mismos lo que somos capaces, nos devela algo que no sabíamos de nosotros mismos, algo que no sabíamos que podíamos hacer.

Paso a paso, prueba a prueba, la vida nos enfrenta a nosotros mismos. La vida es cuesta arriba, y la vista desde la cima es grandiosa, solo hay que saber usar las herramientas que el camino nos fue dando.

La culpa

- Yo sé todo.
- ¿Todo? Acaso sos clarividente ahora, ¿De qué hablas?
- Sé todo lo tuyo con él, lo leí. Hace tiempo que encontré tus mensajes. Se lo que se dijeron, lo que se dijeron, lo que él te decía, lo que vos ¡PUTA! le decías. Yo no era así antes, vos me creaste, vos me hiciste este monstruo, por tu culpa soy esto. Yo no sabía lo que era el miedo antes de saber de vos. Tu nombre me hacía temblar. Yo lo increpé, le pregunté por vos, negó todo, dijo que eras solo un juego, una distracción.
-Así fue, nunca pasó nada. Él siempre te quiso a vos. Era solo un juego.
- Lloraba ante la mención de tu nombre, por vos conocí el miedo, la inseguridad, el dolor.
-No se que decir, nunca pensé que esto podía pasar.
-No digas nada, ya pasó todo. Ya todo quedó atrás.
-Mejor me voy.
- ¿Irte? ¿A dónde? Ya pasó 
-Perdón
- Ya pasó.
-Dicen que la fe mueve montañas, pero nunca dicen que la culpa las derrumba.
-Dicen, todos dicen pero pocos son los que saben. ¿Más café?

Tonta yo.

Lo confieso Su Señoría, fui yo. Yo soy el autor, mía es la mano que lo mató. Pero sepa Usted, que también fui su víctima.

¿Cómo iba yo a saber que tantos saldrían heridos? ¿Cómo saber qué su poder de destrucción igualaba su poder de sanación? ¿Cómo, Señor Juez, iba yo a saber que las consecuencias serían tan graves? 

Pensé que era una buena causa, se lo juro, Excelencia. Pensé, en mi ignorancia, que estaríamos mejor sin Él. En una realidad tan violenta como la de hoy, no pensé, no imaginé... ¿Cómo iba yo a saber?

No fue culpa mía, Su Señoría. Aquel empezó. Aquel me dio la idea cuando me dejó. Me dijo "Adiós", ¿Puede creerlo, Señor Juez? . "Adiós" me dijo y cuando ya se estaba yendo, cuando la distancia era lo más pequeño, lo más simple entre nosotros, agregó "No te lo mereces, no sos, ni serás nunca, digna de Él", y ahí fue cuando se me ocurrió. 

Si yo no era digna de Él, ¿Por qué iba a serlo el resto? Somos todos distintos y a la vez tan iguales. Imperfectos, egoístas, rencorosos, débiles, somos tan humanos... Tenía que salvaguardarnos, a nosotros, a la raza. Él iba a aniquilarnos, causaba por donde se mire sufrimientos inigualables. Oh, Señor Juez, tenga conmigo la compasión que hoy se me reprocha no haber tenido con Él.

Lo maté, Señor Juez, y con Él maté lo que en mi plan perfecto pensaba yo salvar. ¡No pensé!

Tan platónico, tan ideal, tan poco palpable, tan volátil. ¿Cómo iba yo a saber que su ausencia iba a resultar tan dolorosa? ¿Cómo iba yo a saber que su falta nos condenaba como especie? Yo creía, Señor, que nos estaba salvando, que la biología y la naturaleza me lo agradecerían y colaborarían con mi causa. Un mal necesario, un remedio amargo... ¡No pensé!

Nunca pensé que tantos notarían su ausencia, que tantos sufrirían su falta, que tantos vivían por él. No pensé en los artistas, en los poetas, no pensé en los jóvenes, en los ancianos, en aquellos que prácticamente respiran , que depositan su esperanza en Él. 

Fue tan fácil matarlo. bastó una palabra, un "Adiós", bastó darle la espalda que todo se había acabado, pensé que sería una pelea más ardua, un rival más digno. Pensé que iba a doler más... o menos. Irónicamente sentí que me llenaba un vacío, lo mismo que sentimos todos cuando él nos falta. Indiferencia tal vez, un sopor, una eterna pausa. ¿Me entiende Usted? 

¡Sí! ¡Usted lo comprende! Lo veo en sus ojos, veo el dolor en su mirada cuando hablo de  su muerte. Ahí está, Señor Juez, lo veo en usted y en aquellos que me acusan. ¡Cómo sufren! ¡Hipocritas! ¡No supieron valorarlo cuando lo tuvieron y hoy... hoy lloran su pérdida!

Aunque... si sufren su ausencia es porque sigue aquí de alguna manera. ¡Eso es! ¿Cómo van a condenarme por la muerte de quien está acá ahora, presente en cada uno de Ustedes?

No pueden juzgarme por matarlo, buscar justicia por mi crimen es la prueba máxima de que no logré cometerlo. Hablar de Él lo revive, demuestra que no logré extinguirlo.

¡Tonta yo! ¡Soy una víctima, Señor Juez! Se lo juro, es Él el culpable de mi desgracia, de mi locura, es Él quien causó mis pasiones, mis dolores, es Él quien me engaño. Todo este tiempo sintiendo culpa y remordimiento, todos los reproches que sufrí, siempre fue el demostrandome que a su lado no soy nada, que en comparación con Él soy minúscula. ¿Cómo pensé que podría controlarlo? ¡Tonta yo! ¡Quise matarlo y solo logré demostrar que no pueden vivir sin Él! Tonta, tonta. Fue todo un ardid. ¡Él lo planeó!

Se lo dije, Señor Juez, solo soy una víctima. Tonta yo, ¿Cómo pensé que podría matar al amor? ¿Tonta yo?


jueves, 10 de octubre de 2013

El amor

Mordaz,
rapaz y truculento. Se desliza bajo la piel.
Nos subyuga,
nos somete.

Recorre nuestras venas,
nos arranca la piel,
desgarra nuestra carne.
Nos tritura el corazón,
nos muele hasta los huesos.

Nos corrompe,
nos atraviesa,
nos desnuda,
nos expone.

Lacera nuestros músculos,
nos desangra.
Besa las úlceras de nuestro cuerpo,
lame las llagas que marcan su paso.

Indómito,
Salvaje,
Violento y traicionero,
¡Gran carnicero es el amor!



martes, 8 de octubre de 2013

Diálogo

- García, ¿No le dije yo que no le pida peras al Olmo?

- Pero... pero, yo no le pedí nada al Olmo, se las pedí a la Señora del Olmo, no lo desobedecí, Patrón. Andaba yo más hambriado que perro de galpón y ay pasaba ella con ese cajón lleno de frutas.

- García. Usted siempre tiene un bolazo para todo. ¿No le ordené también que no le de perlas a los chanchos? ¿Con qué los alimentó hoy?

- Bueno, patroncito. Usté sabe que el alimento Las Perlas tiene muchas cosas buenas para que los chanchos se pongan bien gruesos. Y bien contentos lo comen...

-Sin excusas, no me hagas cabriar,  yo te dije muy clarito que les des manzanas.

- Pero, Don. Es que no sabía donde juntarlas.

- La manzana siempre cae cerca del árbol, García, se sabe. Si se hubiese tomado el trabajo de caminar por la quinta al menos. No parece usted baquiano, es más bien un chambon

- ¡ Ansí  lo hice! La he patiado de norte a este y de sur a oeste. Encontré una o dos cáidas por ay. Sabe usté, que quise probarlas pá ver si estaban buenas pero casi pierdo el comedor tuito, estaban más duras que el corazón de la que supo ser mi suegra. ¡Qué Tatita Dios la tenga en su Santa Gloria.. y nunca me la degüelva!

- Hubiese ido a lo de Don Herrero, gaucho vago. En casa de Herrero, cuchillo de palo. Nuestro compadre siempre anda bien provisto.

- Ahh... Es que no se me ocurrió.

- A  Ud. nunca se le ocurre nada pero siempre le pasa todo. ¿Por qué están vacías las trampas que puse ayer?

- No va a creer usté lo que mia pasado, Señor. Habíale dentrado una codorniz, pero había muchitas más ay afuera dando güeltas, asique le abrí un poco la trampera para ver si podía embretar unas más y....

- ¿Y...?

- Y se voló, Patrón. ¡Tanto trabajo al ñudo!

- ¡Barajo! ¿Usted me quiere matar a mí? Pájaro que comió voló. Parece usted un chapetón ¿O andaba usted medio chupao?

- Oiga, yo no estaba entonao, pensaba con toda claridá, tengo la concencia tranquila. Había cientos de aves ajuera, pensé que alguna más le iba a dentrar para comer.

- Más vale pájaro en mano que cien volando, mequetrefe. Ahora nos quedamos sin el pan y sin la torta. No se haiga usted el pollo, por usted no tenemos con que hacernos la muela.

- Ni me lo diga, Patrón. Sepa comprinder que me ganó la varicia. Yo le había apalabrado un par a la chinita que vive a la orilla del río. Ahora va a creer que soy un gaucho boca floja y le canto los aleluya como el resto de la gauchada.

- García, tenes que aprender a no vender la piel del oso antes de cazarlo.

-  ¿Piel del oso? ¿De qué habla? Codornices le apalabré.

- Cebe otro  y pasemélo que se enfría.