lunes, 21 de octubre de 2013

Mi primera vez.

Una mujer respetuosa me recorrió con sus manos suaves, no me importó.

Gritos por todos lados, cierro los ojos e intento abstraerme, viajar a otro lado. No era como me había imaginado.

Hacía calor, la masa se empezó a mover. Mi cuerpo los siguió, despacio al principio, frenético e incontrolable después.

Los sentía contra mí, era consciente de mi transpiración, de la ajena, de la piel, del roce. Solo había que dejarse llevar.

Un grito agudo rompió el monótono compás que llevábamos, a ese se unieron otros todas desconocidas, a él le presté mi voz. 

Sentí mi cintura presa de un abrazo extraño, tenía el cuerpo cansado, la garganta seca, pero el espíritu vivo, seguí vibrando.

"Vamos rubia, esto está bueno y te aseguro que se va a poner mejor" me dijo alguien a desconocido al oído. Sentí su corazón acelerarse contra el mío. Esta vez había estado atenta a todos los movimientos, ya sabía que esperar, gritó y lo acompañe desde el principio hasta que se desgarraron nuestras voces.

Lo solté y lo miré por primera vez reconociendo a esa persona que tan bien se había amoldado a mí. 

"Agua, necesito agua" grité, sin eso no podía seguir y una lluvia cumplió mi capricho.

Con esta renovada frescura el grupo empezó a agitarse de nuevo. Gritos, murmullos, palabras de amor, promesas vacías. 

Pasaba yo de brazo en brazo, no me importaba, ya me sentía cómoda con la situación, tranquila. Estaba poseída, me desconocía a mi misma, despojada de vergüenzas y pudores.

"Se viene, se viene" me avisó el hombre, yo sentía lo mismo. El clímax estaba cerca.

"Ahí llega, ahí llega" me dijo sin aflojar el abrazo.

Hechos uno gritamos, emocionados los dos, liberados al fin.

"GOOOOOOOOOOOOOOOL, GOOOOOOOOOOOOOOOL" rugió la cancha.


No hay comentarios:

Publicar un comentario