martes, 15 de octubre de 2013

Cuesta arriba

Siempre pensé que la vida era un camino largo con un único destino. Siempre sabemos a donde vamos, pero no está definido el como, el con quien y el por donde. Nacemos para morir, eso está claro.

Al principio no entendía porque en el camino encontraba tanto baches, tantas piedras, porque mis pies se llenaban de callos y porque el polvo hacía llorar mis ojos.

Se presentaban en mi camino mi camino mil escollos, mil dolores, que me enseñaban pequeñas cosas con las cuales mi mochila se volvía más pesada y mi andar más lento.

¿Por qué me pasa esto a mí? ¿Por qué ahora? ¿Por qué? Me lo pregunté mil veces, distintas maneras y en diferentes oportunidades.

El tiempo y el caminar me develaron la respuesta, mi ruta se volvió una subida, debí marchar cuesta arriba y en más de una oportunidad caí pero llevaba yo conmigo todas las herramientas para salir del aprieto y superar ese obstáculo.

La vida nos enseña, nos pone a prueba una, y nos premia en consecuencia a nuestro actuar y a nuestro reaccionar. Nunca nos exige más allá de nuestras fuerzas pero siempre nos lleva al límite, nos muestra a nosotros mismos lo que somos capaces, nos devela algo que no sabíamos de nosotros mismos, algo que no sabíamos que podíamos hacer.

Paso a paso, prueba a prueba, la vida nos enfrenta a nosotros mismos. La vida es cuesta arriba, y la vista desde la cima es grandiosa, solo hay que saber usar las herramientas que el camino nos fue dando.

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