martes, 26 de marzo de 2013

Gracias


Esta es una simple nota para agradecerte Cristina porque, gracias a vos y al 54% ayer volví a ganar. Ayer gané miedo, gané impotencia, gané frustraciones y Av. Alem ganó un río de lágrimas que le dejé al pasar.

Todo el mundo dice que tengo que agradecer que estoy viva, que no me pasó nada y que lo material va y viene, que pudo ser peor. Yo estoy en desacuerdo, no tengo que agradecer nada. De hecho opino que el mal de muchos es consuelo de tontos. 

No lloro por un teléfono, por una cartera, por un par de auriculares, por una billetera. Lloro por todo lo que realmente perdí. Lloro por el esfuerzo que hice para comprar las cosas que me robaron, por el tiempo de trabajo invertido, lloro por la tranquilidad que se llevaron, por la seguridad que tenía al caminar, por la confianza en el otro, por esas cosas lloro.

¿Por qué tengo que agradecerle a un ladrón qué no me mató? ¿Por qué tengo, yo que hago las cosas bien, tener miedo de salir a al calle?

Estuve con la cabeza a mil revoluciones toda la noche, iba, venía... y derepente entendí todo. ¿Por qué va a tener miedo él si cuenta con total impunidad? ¿Por qué va a tener miedo si ve que los de arriba roban impunemente y no hay justicia? Si los qué estan arriba roban y no les pasa nada, ¿Cómo no van a robar tranquilos los de abajo? ¿Cómo va a ver justicia si los jueces trabajan para quién mejor les paga?

Yo no tengo que agradecer que estoy viva, yo tendría que agradecer que al ladrón lo meten preso, que hay justicia, que se hace lo correcto, que me cuidan. ¿Estamos todos locos? ¿Como voy a agradecer que un simio no me mató o no me lastimó? ¿Quién es él que puede hacerlo? ¿Quién le dio la autoridad para hacerlo? Por Dios, es un pensamiento chato, hueco, una forma más de ser sumiso y bajar la cabeza, de dejarse ganar. Es aceptar que las cosas no van a cambiar, que nadie esta dispuesto a hacer algo, es dejarse pisar.

Yo no voy a dar gracias porque no me quitaron mi derecho a vivir, porque no me lastimaron, yo voy a agradecer cuando empiecen a hacer las cosas bien, cuando las cosas funcionen como deberían, cuando el ladrón vaya preso sea de guante blanco o un ratero.

Yo no soy conformista, ni pienso volverme una oveja sumisa. 

sábado, 23 de marzo de 2013

Bulimia emocional

Me atraganto. No sé expresarme,  me cuesta encontrar la forma de decir las cosas,  me siento vulnerable, expuesta. No sé por donde arrancar.

Soy una bulímica emocional. Me guardo todo lo que me pasa, me atraganto de emociones, de disgustos y de enojos y un día simplemente exploto y vomito todo, perdió el control. 

Me siento y lloro, lloro como si no hubiese salida, hasta deshidratarme, siento como todo lo malo sale, se purga. Lloro hasta que el cansancio me gana,  hasta que pierdo el control de mi cuerpo.

Es ese momento donde pierdo el control,  donde me permito ser frágil, donde no me controlo, donde no me miedo,  donde me expongo ante mi misma y donde me vuelvo vulnerable.

Una vez que vomité todo, vuelvo a empezar, porque soy humana y por sobretodo autodestructiva.


viernes, 22 de marzo de 2013

Cortarse para cortar

Las heridas se curan sangrando.  El cuerpo es sabio. Uno se lastima, se corta y las plaquetas van ahí, se amontonan,  se secan, se hace cascarita y se cae; como que si nada hubiese pasado.

Las heridas del alma, son iguales, si te cortaron, si te lastimaron hay que sangrar en palabras, que se amontonen ahí, donde dolió,  que se haga costra.

El problema es desangrarse, decir de más, exponerse.  Exanguinarse y morir en la palidez del blablabla, en el común, en lo obvio.

Murió diciendo. Murió sangrando.

Rojo. Sangre. Carmín.

El cordero

El cordero se hace al asador,  sin sal. Con salmuera, preparada en una botella de vidrio lavada, donde se mezclan todos los condimentos, y con un corcho bailando en el pico.

Siempre al asador, nunca a la parrilla, al aire libre y con viento del este.

En una picada de tierra,  entre mil maitenes, justito ahí al lado del arroyo; después de una mañana de trabajo a caballo con las manos sucias y el pelo enmarañado.

Se corta la paleta del cordero,  nunca capón, y se la pone en un pedazo de paleta. Se sienta uno en una piedra, tronco o en el pasto.

Los huesos, si los hay, se le dan al perro.

Se baja el cordero con un tinto en bota, directo a la garganta para bajar la grasa.

El cuchillo se limpia en el pasto y vuelve a su funda en la faja.

De nada.

miércoles, 20 de marzo de 2013

La triada

Insatisfacción,  frustración e infelicidad van de la mano.

La incapacidad de quererse a uno mismo,  el carecer de amor propio lo vuelve a uno un ser insatisfecho y amargado. No quererse a uno mismo es mucho mas grave que quererse en demasía.

Fijarse metas imposibles, diferenciándolas de metas altas, te vuelve una persona frustrada.  Fijarse metas cada vez altas, que impliquen la superación personal me parece admirable. Fijarse metas imposibles y sufrir 
por no alcanzarlas me parece de pelotudo. 

La mayor fuente de infelicidad somos nosotros mismos a través de los otros. Que la felicidad propia dependa del proceder ajeno es la forma mas certera de condenarse a la infelicidad.

Los ideales se persiguen con distancia, con precaución, son para emular y son inalcanzables, como la perfección, son solo modelos, no deberían ser fuente de frustración o infelicidad.

Las metas se fijan para uno y en uno,  no en otros. Cada uno es responsable de sus limitaciones y errores y esa es su cruz. Fijarlas para otro que no las comparte es de infeliz, carente de amor propio que no las fija para si porque sabe que no las puede lograr o porque no se tiene confianza suficiente.

La triada confluye ahí: en la persona que no se quiere y no se tiene confianza por lo tanto busca su felicidad fijando ideales, metas imposibles para los demás.

Yo no tengo porque cargar tus sueños truncos, ser culpable de tus planes frustrados, de no haber alcanzado tus ideales fijados.

Yo no soy la responsable de tu infelicidad y tus frustraciones.  Sos vos.  Soy humana con errores y aciertos,  no una inversión o segundas chances.

domingo, 17 de marzo de 2013

Mentira.

A veces miento con que sé a donde voy, convenzo a muchos, hasta me lo creo yo. 
Voy derecho, sin mirar abajo y a los lados. Así es más fácil fingir.

Me da miedo que si miro, si saco mi vista de mi falsa ruta me caiga a un abismo lleno de incertidumbres y posibilidades que no estoy dispuesta a contemplar.
A veces les miento a ustedes para poder mentirme mas fácil a mi.

sábado, 16 de marzo de 2013

Excusas

"No quiero" "No puedo" "No debo" "No me animo" son frases que muchos no se animan a decir y por eso buscan una excusa.

La excusa es,  según mi propio diccionario,  la mentira del cobarde.  La salida fácil, la forma de protegerse del otro y de uno mismo.

La excusa es una falacia. Parece lógica,  razonable pero cuando desmenuzas su estructura te das cuenta que en realidad no lo es.

Todos nos hemos vestido de excusa alguna vez.

La excusas tiene dos caras: para el otro y para uno mismo. Cuando uno se excusa ante otro debe tener la astucia y la inteligencia de mentir con clase.  Una excusa tonta es insultar con clase.

La excusa para con uno mismo es la peor, y la que mas me importa, es la que uno usa de coraza, de escudo.

La excusa es lo que uno dice, con lo que uno se convence, para no tomar las riendas de su vida y por lo tanto esquiva las responsabilidades y consecuencias de hacerlo.

Las excusas disfrazan la realidad, hay que empezar a desnudarla, aclarar el mensaje, empezar a ser honestos.

Decir la verdad también es una forma de ser valiente.

miércoles, 13 de marzo de 2013

Ulogia

Querido Gaucho,

Ayer salí pál monte, con mi padre, en la petiza coloraá. El iba en el gateado alto que le compró a  Don Marciano, dueño de la pulpería.

¿Puede creer, gaucho qué la yeguita me ha querido voltiar? Me agarré juerte con los muslos al recao y no lo ha logrado. Mi apá se reía, dice que me lo he buscado sola, que las chinitas  tenemos que quedarnos a cuidar el rancho y a parir.

Íbamos pué por el medio de un mallín, casi tan seco como sus bolsillos, Cefe, cuando su  bagüal se paró en dos patas y empezó a corcoviar. Si usté lo hubiese visto, parecía un paisano bailando una chacarera, paradito estaba. Mi padre, como buen baqueano, intentaba calmarlo a rebencazos. Cuando por fin lo logró me rei juerte,  desde las tripas y le dije "¿Vio, gaucho,  lo que pasa por no quedarse a cuidar el rancho?" Me miró muy feo y siguió al paso. Me da miedo me haiga ojiado.

Resulta que don Marciano ha resultado un timador.  Le ha vendido el gateado a mi viejito, por unos cuantos cobres, una noche de curda. Le dijo que era más rápido que los ñanduces, más velos que cualquier malon y el más juerte de la doma, tres veranos tenía el caballo nomas, así le dijo. Cuando mi papaito, ya sin estar tomao, lo vio al día siguiente... tres veranos en cada pata tenía el caballo, ni un diente, los vasos rotos y las crines pegadas con cola de carpintero. Se fue ay mesmo mi padre, echando humo a la pulpería, con el facón en mano, a buscar al pulpero pero cuando llegó este ya no estaba. Le había dicho a su señora que había taimado a un botarate y se había ido a la ciudá a saludar a Don Rosas. Mi papaito, en un ataque de furia,  hizo pedazos la pulpería entera. Que el era ignorante pero honrado gritaba, los demás  borrachos salieron juyendo como si los buscase el Comisario. Cuando se quedó sin fuerza, se calzó el sombrero, saludó a la señora y se jué al rancho. Le preparé un tilo con giñebra y se durmió.

Ay, Cefe, lo extraño, mi gaucho. El otro día nos cruzamos con un payador, pareciese que los trae el pampero y se los lleva el zonda. Contó que ay  por ai unas lagunas de agua salada, Tajamares. Yo creí que me verseaba pero me lo ha jurado por el mismito Restaurador. Dijo además, que los cristianos de la zona juntan el agüita en frascos y la ponen al sol, para que al terminar el día tener sal pa la comida.
Si usté, que andá de acá pa allá, gaucho, encuentra eso, traiga un poquito pal rancho,  mis comadres se pondrían verdes de la envidia.

Ha contao que el curandero de esa zona saca a mandinga de adentro de los paisanos con esa agua sagrada. Le pide ayuda a los Santos, le da el agüita al que tiene al diablo metido y ahí saca todo lo malo para juera, hasta las tripas, hasta que queda cansao. Dispués les da unos yuyos y lo deja sanao. Tatita Dios nos guarde de ver algo así. 
Le compré al payador un rosario hecho de güesitos de hornero para que usté lo lleve al cuello cuando esté en la frontera. Rosario pa que no lo proteja y hornero pa que no se olvide donde está su casa.

Mando esquelitas con pajes todos los días a distintas postas pidiendo que ojalá lleguen a sus manos y a  a sus oídos cuanto lo hecho en falta.

Hasta luego,  mi gaucho.

Su Ulogia.

Oscuridad


Nunca entendí porque tanto miedo a la oscuridad si, al fin y al cabo, solo es la ausencia de luz.

El viento.

Me ví envuelta en una misteriosa danza de panaderos. 
Volaban cientos con un ritmo extraño,  pacífico, enérgico.

Ahí estaba yo,  justo en medio, una intrusa en tan ritual.
 Como si notasen mi presencia me invitaron a su baile girando a mi alrededor.

Estiré mis brazos, abrí mis manos para ver si alguno se decidía dormir en ellas.
 Los sentía rozar mi cara, mi pelo y escurrirse entre mis dedos.
 "Estoy haciendo trampa" pensé mientras abría mis ojos, espiando, como si fuese a ver algo prohibido para mí.

El baile seguía al ritmo del viento y con la luz del sol se volvía aún más mágico.
 Intangible.

Cerré mis ojos y me dediqué a oír la canción del viento.
 Ese mismo viento que durante cientos de años, usando los mismos álamos, le habló a tantos otros antes que a mí.

Porque al final siempre es el viento, el primero y el último, es el que todo lo sabe.
 El que aúlla verdades y susurra consejos.
 Es el que siempre te dice "Llegaste a casa"

                                                             -Cementerio de Panaderos-

jueves, 7 de marzo de 2013

Música, Señores.


Vengo a dar la cara.

Soy de esas personas que desconocen la mesura, desconocen la medida y se desconocen a si mismos.

Me cuesta poner puntos suspensivos y siempre opto por poner punto final.


Me atraganto de emociones, vomito palabras y rompo en llantos que terminan en risas.


Soy inconstante en todo excepto en ser inconstante. Es lo único que puedo y pude mantener a lo largo de mi vida.


No me gusto, pero me quiero, porque me quiero intento salvarme de mi misma.


No le tengo miedo a la muerte pero le temo mucho a la soledad .


Construyo muros a mi alrededor y los camuflo con sonrisas y excusas. La gente me da miedo, a veces hasta me da fobia.


No se si hablo de lo que carezco, estoy segura de que se de lo que hablo, lo tenga o no lo tenga.


Hola, vengo a dar la cara.