miércoles, 13 de marzo de 2013

Ulogia

Querido Gaucho,

Ayer salí pál monte, con mi padre, en la petiza coloraá. El iba en el gateado alto que le compró a  Don Marciano, dueño de la pulpería.

¿Puede creer, gaucho qué la yeguita me ha querido voltiar? Me agarré juerte con los muslos al recao y no lo ha logrado. Mi apá se reía, dice que me lo he buscado sola, que las chinitas  tenemos que quedarnos a cuidar el rancho y a parir.

Íbamos pué por el medio de un mallín, casi tan seco como sus bolsillos, Cefe, cuando su  bagüal se paró en dos patas y empezó a corcoviar. Si usté lo hubiese visto, parecía un paisano bailando una chacarera, paradito estaba. Mi padre, como buen baqueano, intentaba calmarlo a rebencazos. Cuando por fin lo logró me rei juerte,  desde las tripas y le dije "¿Vio, gaucho,  lo que pasa por no quedarse a cuidar el rancho?" Me miró muy feo y siguió al paso. Me da miedo me haiga ojiado.

Resulta que don Marciano ha resultado un timador.  Le ha vendido el gateado a mi viejito, por unos cuantos cobres, una noche de curda. Le dijo que era más rápido que los ñanduces, más velos que cualquier malon y el más juerte de la doma, tres veranos tenía el caballo nomas, así le dijo. Cuando mi papaito, ya sin estar tomao, lo vio al día siguiente... tres veranos en cada pata tenía el caballo, ni un diente, los vasos rotos y las crines pegadas con cola de carpintero. Se fue ay mesmo mi padre, echando humo a la pulpería, con el facón en mano, a buscar al pulpero pero cuando llegó este ya no estaba. Le había dicho a su señora que había taimado a un botarate y se había ido a la ciudá a saludar a Don Rosas. Mi papaito, en un ataque de furia,  hizo pedazos la pulpería entera. Que el era ignorante pero honrado gritaba, los demás  borrachos salieron juyendo como si los buscase el Comisario. Cuando se quedó sin fuerza, se calzó el sombrero, saludó a la señora y se jué al rancho. Le preparé un tilo con giñebra y se durmió.

Ay, Cefe, lo extraño, mi gaucho. El otro día nos cruzamos con un payador, pareciese que los trae el pampero y se los lleva el zonda. Contó que ay  por ai unas lagunas de agua salada, Tajamares. Yo creí que me verseaba pero me lo ha jurado por el mismito Restaurador. Dijo además, que los cristianos de la zona juntan el agüita en frascos y la ponen al sol, para que al terminar el día tener sal pa la comida.
Si usté, que andá de acá pa allá, gaucho, encuentra eso, traiga un poquito pal rancho,  mis comadres se pondrían verdes de la envidia.

Ha contao que el curandero de esa zona saca a mandinga de adentro de los paisanos con esa agua sagrada. Le pide ayuda a los Santos, le da el agüita al que tiene al diablo metido y ahí saca todo lo malo para juera, hasta las tripas, hasta que queda cansao. Dispués les da unos yuyos y lo deja sanao. Tatita Dios nos guarde de ver algo así. 
Le compré al payador un rosario hecho de güesitos de hornero para que usté lo lleve al cuello cuando esté en la frontera. Rosario pa que no lo proteja y hornero pa que no se olvide donde está su casa.

Mando esquelitas con pajes todos los días a distintas postas pidiendo que ojalá lleguen a sus manos y a  a sus oídos cuanto lo hecho en falta.

Hasta luego,  mi gaucho.

Su Ulogia.

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