martes, 28 de mayo de 2013

Amores que matan

Se miró al espejo mil veces, desde todos los ángulos asegurándose estar impecable para él. A ella le gustaba jugar al gato y al ratón, le gustaba el juego de la seducción y era buena en eso, pero sabía que con él ella nunca era quien cazaba, siempre era la presa

Fue a su encuentro en un edificio antiguo sobre la calle Libertad. Grandes molduras de yeso, espejos un tanto opacos por el paso del tiempo, cañerías ruidosas y una antigua araña de cristal en la recepción.

"Mi puta hermosa" le dijo cuando le abrió la puerta, la invitó a pasar y le miró el trasero sin disimulo. Sabiéndose observada ella quebró más su cintura, acentuando el contoneo de sus curvas al caminar. A él le gustaban los juegos y a ella le gustaba él, por lo tanto siempre bien predispuesta se sometía a sus deseos y caprichos.

Se desvistió para él, quedó con el torso al aire y tacos altos. "Fetichista" pensó ella mientras se dejaba poner un collar y una correa al cuello. La hacía desfilar con pasos lentos y largos por la habitación alfombrada mientras lujurioso la miraba. Ella se puso en cuatro patas y gateó cual leona hasta donde X la miraba. Se sentó al lado suyo e intentó desvestirlo. Sin mirarla se desprendió la camisa y se sacó los pantalones. Tenía unos boxers de algodón perfectamente almidonados y planchados por la mucama made in Perú que trabajaba con él hacía pocos meses.  

Prendió un porro, no era para él. Eso le sabía a poca cosa, pero a Y eso le pegaba fuerte y la dejaba al dente. El fumaba y largaba lentamente el humo en su boca. Ella aspiraba directo de su boca y se reía. Entre bocanada y bocanada de humo ella rodaba por la cama con una risa aguda y molesta, el aprovechaba a meter su mano por abajo del taparrabos de seda que ella usaba en esa ocasión. "Esta casi lista" pensó.

La dejó acostada boca arriba y le dio la orden "Quietita ahora, mi putita, me toca a mí" y empezó a armar líneas de merca. El aspiraba directo de su cuerpo, ella se reía.  "Me haces cosquillas, tarado" le reprochaba mientras se retorcía húmeda abajo suyo.

Se bajó los calzoncillos, tiró de las piernas de ella hasta que su pelvis se acercó a la de él y a horcajadas la penetró. Ella murmuró algo, se arqueó para recibirlo y se dejó llevar. Él ya había perdido el control, tenía los ojos inyectados en sangre y embestida tras embestida solo se desconectaba más de la realidad, solo oía a lo lejos un gemido que bien podía ser de placer o de dolor, no sabía, no le importaba. 

La miró y vio su cuello frágil, níveo, largo y elegante. La ahorcó. Al principio a ella pareció gustarle y la sintió excitada, lo miró desafiante y  un brillo de rebeldía cruzó sus ojos, en su boca se formó una sonrisa salvaje. Ella en los ojos de él solo encontró vacío. La cacheteó, la embistió con más brutalidad y apretó más y más su cuello. Vio como la mirada de ella mutaba del desafío al miedo y eso lo calentó. Apretó de nuevo. 

Acabó justo en el momento en que ella dejó de oponer resistencia cuando la vida abandonaba el cuerpo de Y en un último y espástico temblor. Una gota de sangre color carmín salía por la comisura de sus labios  y caía en las sábanas limpias.  Salió de entre las piernas de ella y mientras caminaba al baño pensó " ¿Qué carajo hago ahora? ¿Cuál de mis dealers tendrá algo que supere esto?"

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