miércoles, 18 de septiembre de 2013

Recuerdo fundamental I.

Él me miraba desconcertado, su cabeza de coté, sus pupilas dilatadas, la lengua colgando por el costado de su boca convertía la feroz cara del chihuahua en una caricaturesca expresión.

Ahí fue cuando la risa interrumpió el llanto. Me reí, lloré, me ahogué en mocos y lágrimas. Me volví a reír, volví a llorar. Histérica, desconcertada pero feliz.

"¡Te dije, pelotudo, que podía ser feliz sin vos! ¡Te dije que no te necesito para ser feliz!" grité con satisfacción mientras cortaba el teléfono.

"El calor dilata el metal" pensé. ¡Plop!, un ruido seco. Un repasador y la tapa caliente en una mano, el frasco de mermelada en la otra.

Quería tomar el té y se había acabado el dulce. Recordé que en la despensa guardaba una mermelada de frambuesas casera. "¿Y ahora? Estoy sola. Cuando uno es soltera desde hace poco, ¿Quién le abre los frascos? El siempre abría mis frascos" Pensé desconcertada sin saber muy bien como actuar en esa situación.

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